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La cuarentena precariza las vidas y que vulnera aún más los derechos

abril 19, 2020
Un relevamiento en toda la provincia, mostró que la medida redujo las chances de subsistencia de trabajadores informales y elevó el nivel de violencia. Abarcó toda la provincia.

El aislamiento social que busca contener la propagación del coronavirus expuso aún más la extrema vulnerabilidad y desprotección de algunos colectivos sociales.

Para muchos de ellos la principal preocupación pasa por no tener un plato de comida, otros aseguran que la cuarentena es imposible de sostener en viviendas precarias y reducidas, lo que remite a una de las caras menos visibles de la pandemia.

La emergencia también se tradujo en el aumento de la violencia de género, la problemática de personas en situación de calle y el reclamo de la comunidad sorda para que se garantice información accesible, entre otras demandas cotidianas. Todas estas experiencias fueron abordadas en un relevamiento federal realizado por la Facultad de Trabajo Social (FTS) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), a pedido del Consejo de Decanos y Decanas de Ciencias Sociales (Codesoc) y en coordinación con la Unidad de Coronavirus del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (Mincyt) durante el 23 y 24 de marzo con el propósito de obtener información respecto del impacto social de las medidas de confinamiento social. El sondeo, que reunió a 15 docentes de la unidad académica, se propuso como objetivo recabar “información sustancial que contribuya a la definición de políticas públicas que mejoren las condiciones de existencia de estos grupos durante la emergencia sanitaria.

“A nivel nacional se reunieron 2.000 encuestas de informantes claves, mientras que el aporte que se realizó desde la FTS consistió en el trabajo a partir de redes previas construidas en los territorios, con instituciones y referentes barriales, quienes fueron convocados para contestar las entrevistas”, sostuvo en diálogo con UNO la secretaria de Extensión y Cultura de la Facultad, Alejandra Blanc. Entre el cuarto y quinto día del cumplimiento de la medida se convocó a 62 personas de diferentes zonas de la ciudad de Paraná y de algunas localidades de Entre Ríos y Santa Fe, con las cuales se entabló contacto vía WhatsApp y llamadas telefónicas.

El flagelo de la violencia

La violencia machista se hizo presente con mucha fuerza durante del relato de muchos colectivos y referentes territoriales. Las nuevas condiciones de convivencia acentuaron un flagelo cada vez más extendido. Para atender esta problemática Trabajo Social comenzó a instrumentar una serie de acciones de extensión en emergencia, como el espacio que coordina la estudiante Micaela Viollaz, denominado Acompañamiento feminista en tiempos de pandemia: fortalecimiento de redes comunitarias en el marco de las violencias de género.

“Es una situación terrible y muy preocupante, en realidad es otra emergencia, a la par de la emergencia sanitaria, por más que no esté declarada como tal. Esto de que muera una mujer cada 20 horas en la Argentina no es de ahora. Esto hace que se dupliquen los llamados de pedidos de asistencia”, definió Blanc.

Algunos de los testimonios reflejaron el temor “frente al recrudecimiento del accionar de las fuerzas de la seguridad”, como uno de los efectos colaterales de este momento.

Pensar en el otro

Si para la mayoría el distanciamiento social representa un proceso difícil de asimilar, ese tránsito suele ser aún más complejo para la comunidad sorda: denunciaron la imposibilidad de recibir información accesible y el reclamo para que se busquen soluciones para la interpretación en lengua de señas por parte de policías y de personal médico.

“Si nosotros estamos con alguna preocupación y sabemos cómo está viniendo la mano, la comunidad sorda queda aislada de esa información pertinente y eso complejiza mucho más la situación. Por eso se pedía que haya información accesible para todos y todas”, reseñó la profesional.

Otro de los sectores con mayor riesgo es el que nuclea a los adultos mayores, que en su mayoría no tienen acceso a la tecnología, pasan la cuarentena en soledad en un marco de múltiples vejeces. Una de las entidades señaló como principal demanda la dificultad para utilizar el servicio de transporte público, o la falta de contención en el ámbito familiar para resolver las salidas para abastecerse o ir a la farmacia.

Perfiles

El cuestionario realizado a los 62 referentes se organizó a partir de tres preguntas y con un contenido que se reiteró en todo el país. Se buscó conocer sobre el grado de cumplimiento de la cuarentena, los problemas que se avizoraban en ese momento y cuáles eran las cuestiones que podían llegar a complejizarse si se prolongaba. También se interrogó sobre los medios de comunicación que utilizan las personas y el nivel de información se manejaba.

Testimonio: “La comida también es una emergencia”

Las voces femeninas tuvieron una notable relevancia dentro del relevamiento social. Ese colectivo contó con una participación del 70%, mientras que los varones consultados fueron un 25%, un 4% otras identidades de género y un 1% no contestó. Una de las frases que resume el desamparo que atraviesan miles de vecinos se escuchó de boca de una referente: “La comida también es una emergencia”. Sin dudas que la pobreza estructural es una realidad de estas comunidades y que en el actual contexto requiere mayor presencia del Estado y de organizaciones de la sociedad civil.

En cuanto al grado de información sobre la pandemia y los modos de prevención y cuidado, un 34% de las personas consideró que la comunidad está bien informada.

Un 23% de los entrevistados expresó que “desde sus propios espacios territoriales e institucionales generaron o generan instancias para dar información. Esto se evidencia en las instituciones de salud mental hacia sus usuarios o usuarias y familias, hogar de mujeres, merenderos de diferentes zonas, generación de grupos de WhatsApp con la comunidad, la red de personas en situación de calle y el protagonismo de las escuelas en los barrios en relación a la circulación de la información”.

Hubo un 15% que habló de la “sobreinformación” que circula en las redes sociales, noticieros, radios: “Eso desinforma y confunde”. Mientras que el 10% planteó la dificultad que enfrenta la comunidad sorda por no acceder a información en su lenguaje.

(Uno)