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Premios Martín Fierro, TV barata y desculturización

abril 24, 2022
El 15 de mayo vuelve la entrega de los Premios Martín Fierro de TV. La realidad habla de un presente absolutamente devaluado. Parecería que estamos presenciando algo así como el réquiem del medio televisivo tal como lo conocíamos

El 15 de mayo vuelve la entrega de los Premios Martín Fierro de TV, luego de tres años de imposibilidad por cuestiones relacionadas con a la pandemia de COVID-19, la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía Argentina (APTRA), volverá a realizar su gala.

Se reeditarán las viejas pujas por obtener mejores lugares, más nominaciones y el prestigio que trae recibir una estatuilla. Volverá el glamour del hotel Hilton y las dudas acerca de si las mayores divas del show business vernáculo asistirán a la velada.

El canal comprador de los derechos tendrá más premiados (de hecho ya cuenta con más nominaciones), las rencillas acerca de cómo sólo 100 periodistas pueden decidir qué es lo mejor de la TV, entre otras.

Pero la realidad habla de un presente absolutamente devaluado. Parecería que estamos presenciando algo así como el réquiem del medio televisivo tal como lo conocíamos.

Para la mayoría de los integrantes de la generación millennial, parece un consumo vintage, que revive viejas añoranzas de la infancia. Para los centennials –en cambio- la TV pasa a ser un arcaísmo, “eso que veían nuestros padres y abuelos”.

En la era de la inmediatez, de “lo miro ya”, del “lo vi en las redes”, “lo vi en su muro”, “vi tu historia”, el verbo “ver” adquiere una significación absolutamente diferente al pasado.

Los fenómenos en que millones de personas veían casi lo mismo cada noche y al otro día eran el tema común para sus conversaciones, estaría quedando en el olvido. Por el contrario la segmentación de contenidos “a medida” que propone la inteligencia artificial, llevando a cada persona aquello que pertenece a la órbita de su interés, supone un nuevo paradigma en lo que a Industria Cultural refiere.

En nuestro país, la Televisión ha respondido al desafío de su tiempo con una propuesta muy pragmática: abaratar todo.

El viejo lema “¡Aguante la ficción! Fue reemplazado por un ¡Aguante la ficción!, turca, coreana, colombiana, brasileña, o de cualquier país que produzca enlatados económicos y rendidores.

Nuestro actual medio televisivo privilegia el audio por sobre la imagen, es muy ostensible la proliferación de los viejos “talk shows , es decir programas de gente hablando; un formato setentista ya en desuso en el mundo. La nuevas estrellas son panelistas gritones, mujeres desaforadas, hombres vestidos con camisas y pantalones varios talles menores que los que sus cuerpos pedirían, políticos tan maquillados y coacheados como teñidos y un conductor que, desde su lugar central pide calma y hablar de a uno “para que la gente entienda”.

Los formatos, por otro lado, tampoco entienden de géneros, es decir, la tira deportiva, el programa político y el envío chimentero, todos se componen de lo mismo: cuatro panelistas de cada lado, un animador-moderador en el medio y ¡A gritar! Sobre Boca-River, oficialismo-oposición, Wanda-Icardi, lo mismo da.

La oferta se completa con el formato que podríamos resumir en “Gente cocinando” y no sólo cocineros. Famosos de dudoso caudal de fama, músicos, futbolistas, políticos, lo mismo da.

Por último, los envíos del formato preguntas y respuestas en donde se van demostrando las falencias de nuestro sistema educativo, con preguntas que otrora serían para niños de primaria y hoy suelen ser respondidas con dificultades extremas o no respondidas, insisto, lo mismo da.

Podríamos decir, a grandes rasgos, que la TV se hizo barata, pero en detrimento de su función educativa, informativa y social. Hoy sería posible ver casi toda la programación del día con la imagen apagada, sólo escuchando. Sólo importa el audio, excepto por los “zócalos”, esos subtítulos con letras formato catástrofe que suelen decir “Último momento” o “Alerta”.

La imagen ha perdido peso en un medio que, paradójicamente, se llama tele visión, pero lo peor es que el medio ha perdido cultura, datos, reflexión, intercambio y diálogo, y de eso no deberíamos prescindir.

(Uno)