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GUALEGUAYCHÚ RUMBO A UN RÉCORD

diciembre 8, 2019

Algunas veces, los políticos creen o intentan hacer creer que el respaldo popular en las urnas es un cheque en blanco. Y se equivocan. Es un voto de confianza a una propuesta y a una serie de representantes que la encarnan. Ello no habilita a hacer con los recursos del Estado lo que les plazca.

El intendente Piaggio lanzó la propuesta de reducción de sueldos y dietas para funcionarios y concejales. Es una idea que en el marco de crisis es valedera. Incluso iría en el camino de otras como las llevadas adelante en la gestión de Emilio Martínez Garbino que tendieron eficaz y realmente a una merma en el gasto político.

Se intuyó que había entendido que era momento de pensar más en el vecino, que el costo de la política debía reducirse y priorizarse otras erogaciones (hay obras paradas por la coyuntura económica). Pero el cuentito terminó rápido. Nada de eso había pasado por la mente del Intendente, todo lo contrario. A los pocos días nos desayunamos con el anuncio de un gabinete que ya debe estar en un libro de récords.

Esto último no es exagerado. Casi 90 funcionarios dirigirán los destinos de la ciudad en los próximos cuatro años. Por supuesto que no hay antecedente alguno en la ciudad y la región de una gestión con tanto funcionariado. Ni hablar si miramos gestiones del pasado de nuestra localidad, que siempre tendieron a ser austeras con el gasto político.

Podrá esgrimirse, sin demasiada convicción, que la ciudad ha crecido y eso demanda otra estructura del Estado. Tal vez eso podría ser atendible en las áreas de obras y servicios. Pero esa mirada no puede justificar que tengamos un director y un subdirector de Derechos Humanos. Menos aún un secretario y un subsecretario de Poder Popular. ¿Hace falta un subdirector de Cultura? ¿Un subdirector de Participación Comunitaria? ¿Era necesario generar dos cargos en la nueva e inédita Unidad Coordinadora de Política Públicas? ¿Qué rol ocupa la Dirección de Educación Popular? ¿La Dirección y su respectiva Subdirección de Desarrollo Social no podían absorber las áreas de Género y Diversidad Sexual, la de Accesibilidad e Integración y la Promoción y Equidad? ¿Hacía falta crear cargos políticos en cada área, incluso hasta dos titulares por cada una?

Esta metodología de premiación de la militancia a través de cargos políticos no puede ser avalada. Obviamente que cada intendente debe rodearse de un grupo de personas capaces y de confianza, pero nombrar casi un centenar huele a tomada de pelo en un escenario complicado, reconocido por el propio intendente.

En la multitudinaria lista de funcionarios hay dos grandes ausencias: no se crea un Área de Seguridad ni otra de Transparencia y Acceso a la Información Pública. La primera tiene que ver con el reclamo más fuerte de la comunidad, pero otra vez las insólitas estructuras ideológicas -que ya huelen a naftalina- no permiten generar un área de ese tipo a un gobierno que se autoproclama progresista. En su endeble defensa aducirán que es potestad de la provincia. Eso se echa por tierra al instante dando cuenta de la enorme cantidad de Secretarías o Direcciones de Seguridad que existen en los municipios a lo largo y ancho del país. Y a su vez, si Seguridad pertenece al ámbito entrerriano: ¿no debiera eliminarse la Dirección de Educación Popular? Que sepamos, la educación también es potestad del gobierno provincial.

Respecto de un área de Transparencia y Acceso a la Información Pública nada se ha dicho. Seguimos los vecinos de Gualeguaychú sin saber casi nada de lo que pasa puertas adentro de la Municipalidad. Sólo nos enteramos lo que el intendente desea que se conozca a través de su área de Prensa. Nada más. Ni siquiera podemos acceder a descubrir cuántos empleados municipales pagan los contribuyentes mes a mes.

El motivo de esta nota básicamente es un llamado a la reflexión. Ni siquiera intentamos opinar o advertir sobre las idoneidades de los funcionarios elegidos. Nuestra idea es que, aunque sea una vez, esta gestión municipal deje de mirarse el ombligo y mire a su alrededor. El momento económico y la demanda de la sociedad no están en sintonía con un gabinete gigantesco, que por otro lado, no garantiza nada. Sumar cargos no es sinónimo ni de capacidad ni de eficiencia. Repensar ese organigrama elefantiásico sería un gesto de cara a los gualeguaychuenses.