Por causas que se investigan, el joven revistió una herida sangrante en su cabeza. Según sus propias manifestaciones, “estaba manipulando un arma calibre 22 cuando accidentalmente se le escapó un tiro”Afortunadamente, la peligrosidad de dicho calibre no llegó a repercutir con intensidad.

En la guardia del hospital Salaberry constató que se encontraba sin lesiones craneales, ya que el proyectil había quedado alojado a nivel del cuero cabelludo. No obstante, dada la complejidad del cuadro, se decidió derivarlo al hospital San Martín de Paraná, donde permanece internado.