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HOY 02 DE JUNIO – Día del Bombero Voluntario (en Argentina)

junio 2, 2018

Es el día del Bombero Voluntario. Se celebra porque un 2 de junio de 1884 se fundó la Sociedad Italiana de Bomberos de La Boca, el primero de los cuarteles. Y a modo de humilde homenaje le quiero contar dos historias, una de vida y otra de vida y muerte, que son ejemplares y emocionantes.

Hablo de Lucía Segovia y de Eduardo Conessa. Son dos argentinos admirables que nos deben servir de ejemplo, por su entrega y por su solidaridad sin límites.

Todos los bomberos están siempre al pié del cañón. No hay Navidad ni nacimiento de un hijo que los retenga en su casa si alguien necesita que la sirena venga ululando en su ayuda. Pero los voluntarios encima conocen a las víctimas de los siniestros. Porque son vecinos, viven en el barrio, van al almacén, mandan a su hijo a aprender inglés con la flaca de la esquina. Un bombero voluntario es el mejor de los vecinos. Así es Lucía Segovia y así era Eduardo Conessa.

Lucía tiene 61 años y, con más de 40 años experiencia es Comandante Mayor, la bombera con mayor jerarquía del país. Su territorio es el destacamento de Dock Sud. Empezó su aventura en los autobombas a los 17 años y está casada con un bombero. Muchas veces ambos tuvieron que salir corriendo porque el fuego se estaba devorando una casa y sus dos hijos se tuvieron que quedar con otros familiares.

Eduardo murió a los 47 años y hoy su cuartel, el de la calle Moreno al 800 en Lanús Oeste lleva su nombre con el cargo de “Subcomandante Post Mortem”.

En marzo del 2014, hace ya más de 4 años, parece mentira, Eduardo murió en la tragedia de Iron Mountain. Una pared criminal se cayó sobre su humanidad. Todos los muertos enlutaron a la sociedad y a todos nosotros, por supuesto. Pero el caso de Conessa fue especial porque Eduardo era amigo de Marcelita Giorgi. Nosotros hacía poco que nos conocíamos y habíamos empezado este programa en radio Mitre. Cuando se cumplió un mes de su fallecimiento, hicimos “Le doy mi palabra” desde el destacamento de Lanús con la idea de juntar materiales para terminar algunas partes del cuartel, tarea en la que estaba empeñado el valiente bombero que murió.

Lucía fue una verdadera pionera. A los 17 ya hacía tareas administrativas y se mezclaba a las escondidas entre los socorristas. Gracias al colega Lucas Parera me enteré que Lucía jamás olvidará el día en que se incendió la destilería. No solo porque fue literalmente su bautismo de fuego, también porque todo Dock Sud tembló de miedo al ver semejante montaña de llamas. Esa chimenea muy angosta que ellos llaman fósforo, es una suerte de gigantesco dragón de cemento a la que le falló una válvula y el fuego se desmadró. Fue un verdadero desastre. Estamos hablando de un lugar con muchas casillas precarias de chapa y cartón y al lado del Polo Petroquímico más grande del país. Desde cualquier calle del barrio se ven las chimeneas y las grúas. Es un monstruo grande y si se prende fuego, pisa fuerte. Lucía era la única mujer y nunca tuvo ningún problema. Dice que ahora sí, las chicas le cuentan que hay muchos que les faltan el respeto. Las chicas, son 14 en el Dock Sud y hay dos más que se anotaron en la academia y van a ingresar el año que viene. En todo el país hay 43 mil bomberos en más de 1000 destacamentos y el 19 % son mujeres. Falta mucho pero se avanzó mucho, dice Lucía orgullosa.

En Lanús Oeste, hay una percha, la número 14 que todavía tiene el casco, las botas y la ropa antiflama de Eduardo. Te corre frío por la espalda al comprobar el respeto que sus compañeros tenían y tienen por su figura. Es que dos de los hijos de Eduardo se hicieron bomberos. El cuartel es una fábrica de solidaridad.

Eduardo era un héroe de la vida cotidiana. Un héroe que no sale en las películas ni en la tele hasta que muere. Tal vez por eso el Consejo Deliberante de su querido Lanús, lo declaro héroe ilustre.

Ellos dicen que Dios siempre los acompaña pero que a veces no se suma a la dotación porque está muy ocupado.

Aquel día maldito, Dios estuvo muy ocupado y Eduardo y sus compañeros fueron sepultados en vida, el mundo se les vino encima.

Se los lloró y se los recuerda mucho. Es que son los que están siempre en las emergencias más terribles. Los que ponen el cuerpo y el alma. Los que tratan de salvar a las familias y a sus cosas personales más queridas. Nunca se borran. Estuvieron en Cromagnon, en el atentado a la AMIA, en los incendios de bosques, en la tragedia de LAPA. Ellos siempre están. Son los imprescindibles, los que luchan toda la vida. Dan la vida por nosotros. Viven y mueren al servicio de los demás.

Y sin pedir nada a cambio. Se mantienen con bonos contribución, con donaciones del barrio o ferias de platos que hacen para recaudar fondos. Muchos se meten tanto en el corazón comunitario que el día del niño salen con sus gigantescas máquinas coloradas a pasear a los chicos y hasta se ponen narices de payaso para alegrarles la vida.

Mañana es el día de ellos. El día de los bomberos voluntarios. Por eso los quería poner en una suerte de altar periodístico. Para conocerlos y reconocerlos. Para darles las gracias.

Los del Dock tuvieron el aporte de dos autobombas por parte de Japón. Se los puede ver allí en la calle Facundo Quiroga al 1.300 donde manda Lucía. Ella se gana la vida como preceptora del colegio Cristo Rey. En la escuela la incentivan para que siga con su tarea vocacional. Cerca de allí, Lucía vio morir a una chica en una casa particular, tragada por las lenguas encendidas y todavía hoy se le caen lágrimas de dolor e impotencia. También tiene alegrías. El otro día en una plaza una señora le dijo: “Gracias a ustedes yo pude parir”. Era de madrugada, no había taxis ni remise ni nada. Y los bomberos llevaron a esa vecina embarazada para que diera a luz.

Pero el gran drama fue cuando explotó el buque tanque petrolero “Perito Moreno” en la dársena del doque. Trabajaron durante 9 días con la asistencia de otras 24 dotaciones de localidades vecinas. Fue un trabajo titánico en la oscuridad porque había explotado la central eléctrica por tanto calor.

Hoy el doctor Daniel López Rosseti está empeñado en que los bomberos voluntarios además de todo lo que hacen puedan instruir a los vecinos en RCP. Es la técnica llamada Reanimación Cardio Pulmonar con la que cualquier persona puede salvar una vida solo con sus manos. Es un mecanismo sencillo, cuyo protocolo enseña a hacer compresiones torácicas, 100 veces por minuto y con 5 centímetros de profundidad para evitar las muertes evitables. Y los bomberos que hablaron con Daniel están felices de sumar esa actividad que va en el mismo sentido.

Son apuestas a la vida. Son implacables combates contra los dramas cotidianos. La voluntad de los bomberos es digna de nuestra admiración. No buscan fama ni dinero ni se pelean por tonterías. Tienen una misión suprema y sagrada: salvar vidas. Por eso tanto Lucía Segovia como Eduardo Conessa se merecen un lugar en el corazón de su pueblo. Feliz día para los bomberos. Abrazo a Lucía y un abrazo profundo y sentido para los hijos de Eduardo. Son bomberos, son seres profundamente humanos: un ejemplo.

También Villaguay tiene sus martires como el bombero como Luis Gorosito quien padeció una Cruel enfermedad.